Vídeos:
Hoy os traigo un relato especial. Hace mucho tiempo en el CIAAM hubo una manda... la Manada de Miguel y Toñi, espectacular! Hoy casi todos los perros de esa manada tienen ya un hogar (dulce hogar), y hoy Toñi nos ha querido relatar cómo se formó esa manda. Algunos de nosotros nos vamos a poner un poco ñoños y vamos a disfrutar con el relato, especialmente todos los que hemos conocido bien esos perros tan especiales que la formaban. No tengo fotos de todos para poder ponerlas, pero mejor aún, están todos en los vídeos!
"Hubo un tiempo en el CIAAM que soñabamos con crear una mandada. De ésta forma se facilitaba que los perros pudieran salir más, y sobre todo que se relacionaran entre ellos, para que se socializaran de cara a su futura adopción. No es fácil que en un albergue donde se superan los 200 perros (abandonados, asilvestrados, maltratados, etc... y cada uno con su trauma particular) convivan perros de distintos cheniles. Sin embargo, esa prueba la tenían ya superada. Así que decidimos ir al más dificil todavía. Partiendo del chenil de uno de los perros más buenos y nobles que han pasado por allí, Jeke, grandón y noblote, decidimos intentarlo. Teníamos mucha ilusión, pero también muchas dudas. En un ambiente donde reinaba el estress no era fácil.
Obviamente, el jefe de la manda era Jeke, al que todos respetaban. Con él estaban entonces dos gamberras adorables: Palma y Tuti. Añadimos el chenil de Mendel, macarrilla en ocasiones pero totalmente de fiar, buenazo y obediente, y sus compañeros: Isidro (con bastantes problemas de adaptación tanto con perros como con humanos) y Lobera, chulilla y graciosa a la que encantaba asustar a perrillos poco confiados.
El primer encuentro fué bien. Abrimos las puetas de todos los patios y se lanzaron a conocerse. Ya en éste primer encuentro formaron sus grupos. Puede decirse que se cayeron muy bien entre ellos y jugaron y disfrutaron hasta la hora de recogerse.
Más animados, añadimos otro chenil: Sultán y sus tres compañeros. Con él vivían Encarna (quizá la perrilla más insegura de todo el albergue) y su hermana Dorna, desconfiadilla a la que la timidez le duró poco. Se integró en la manada maravillosamente bien y contenta como nunca la habíamos visto. Y por último Molly, una loquilla que había sido adoptada con pocos meses y devuelta a nosotros con más de 2 años. Venía muy descolocada pero a pesar de nuestros temores, la manada fué para ella el bálsamo que necesitaba.
Posteriormente añadimos el chenil de Paul (bueno y noble donde los haya) que había sido abandonado con más de 7 años y el pobre, como todos los abandonados que han conocido una casa, no entendía nada. A éste perro le puede la bondad y cuando te agradece la comida, paseo o cualquier detalle, la expresión de su mirada no se puede describir. Tiene los ojos más expresivos y serenos que han pasado por nuestro albergue, y al igual que Jeke, vá soltando nobleza y bondad por donde pasa.
Si es difícil la integración de un grupo de perros desconocidos entre ellos, con peludos como Jeke y Paul se facilita bastante. Tienen una energía tan positiva que contagian a los demás. No nos lo creíamos cuando veíamos a los perros nerviosos jugando tranquilamente entre ellos, con una alegría que jamás les habíamos conocido. Los mirábamos y nos llenábamos de confianza, así que decidimos ampliar la manada.
Elegimos a 3 loquillos más, adorables y cada uno con sus cosas: Nerón, un grandullón color cholcolate y cariñoso como pocos, que nos había sido devuelto por sus adoptantes porque había atacado a una yegua. Viriato que estuvo tiempo en terapia pero aguantaba mal a sus congéneres. Vivía con nuestro querido Huesos y formaban un tandem en el que era prácticamente imposible que entrara otro peludo. Se intentó varias veces ponerles otro compañero y fué imposible. No aceptaron machos ni hembras. Nuestro Huesos fué llevado a otra protectora donde tenía más posibilidades de ser adoptado. Poco después de llegar allí nuestro querido amigo cruzó el Arco Iris, y por allí anda ahora, dando saltos.
Viritato entonces sí aceptó otras compañías, Nerón y Posteriormente Saúco (jovencito y locuelo que quería todos los mimos para él sólo pero que aprendió rápidamente a compartirlos y se integró totalmente en la manda). Sin tardar mucho fué adoptado.
Integrado desde el principio estuvo Atreyu, adoptado en nuestro albergue por Luis, voluntario y "co-fundador" de la manada. Le llamábamos con todo el cariño del mundo "el perro pijo" porque como él sí tenía familia, a veces intentaba crecerse ante los otros, lo que le costó la expulsión del recreo un par de veces. Pero te miraba con esos ojitos de pena y cedías !vaya si cedías! Sabe poner "caritas" como nadie. Tutti lo adoraba y él a veces la castigaba con su indiferencia, pero todos sabemos que era por darse a valer, porque él también la quería ¡y mucho! En el vídeo le podeis conocer por un detalle: todos están desnudos y Atreyu lleva un arnés (¡perro pijo! te queremos Atreyu!) Creo que faltaba por contaros algo de Pitusa.
Llegó a nosotros ya mayorcita. Venía de una casa en la que, después de años de amor y cuidados, la realidad se impuso (puta realidad). Su dueño, una persona ya mayor, tuvo que ser ingresado en un hospital y tuvo que deshacerse de ella y de Ghandi, dos abueletes adorables. Pitusa, cariñosa como nadie, nos ganó el primer día. Entró en la manada y se metió a todos en el bolsillo, humanos y peludos. Es la dulzura hecha perra. por suerte hoy está felizmente adoptada. Las fotos que nos envió su mami nos dan la tranquiidad de que se hacen felices mútuamente. Ambas se adoran.
Cuando se hizo este vídeo, Jeke y Palma ya estaban adoptados. A juzgar por las fotos que nos han enviado, hace lo que quiere con sus nuevos papis que le adoran. ¡Bravo Jeke!
Y me queda Méndel (el sonrisas) ¡mi chico! nos ganó a todos, no sólo a nosotros. No puedo expresar lo que quiero a éste perro. Miles de veces, cada día, me planteé traerlo a vivir con nosotros, pero después de muchas lágrimas se impuso la realidad: no pudo ser. Lo adoptaron en otra protectora, como a Huesos, junto a Paul y Tutty, y al final fueron adoptados donde nos consta que son felices, igual que Jeke.
Dejó una tristeza profunda en mí separarme de Mendel. En la vida, a veces, no queda otra que renunicar a alguien a quien queremos. Yo tuve que renunciar a él, pero también es verdad que hoy y para siempre ocupará un trozo muy grande de mi corazón. Mi "ñoño y cotilla" siempre estará conmigo.
Para que esta manada se hiciera realidad, colaboró mucha gente: todos los trabajadores del CIAAM que nos dejaban libres los patios en cuanto les era posible, Elena, Jessi, Katia (nuestra etóloga), Javier, Héctor (además adoptante), Ana (uno de los corazones más grandes, escandalosos y alegres), Almu (el ser más cariñoso que existe) Juan (que creó dos manadas él solito y adoptó a dos de nuestros peludos, Casi y Mandala), Carol (siempre dispuesta a darnos información y ayuda con la manada y con todo) y a Mati, nuestra directora, con ese corazón siempre puesto en los peludos. Sin su autorización la manada no habría sido posible.
Y no voy a olvidar a los "compis voluntarios", Marta (la engañamos y adoptó a dos caraduras que le amargan la vida con sus fugas de casa durante horitas... paciencia, Marta!), Laura (ahora los peludos la disfrutan más, trabaja con ellos), Eva (nuestra "acogedora" y adoptante de uno de mis prefes, Miguelón, más bueno que el pan), Pili (ese gran corazón al que se suben todos los peludos), Susana (siempre cargada con comidita rica y sana para inapetentes, tristes, convalencientes de operaciones etc.. y adoptante de una maravilla que tocó mi corazón: Alanis), Lourdes, la mami de Manolo "el fugitivo" y salvador de muchos más. A Conchi, otro corazón enorme, nuestra cronista oficial que con su blog contribuye cada día a que todos nuestros peludos sean conocidos y queridos incluso antes de ser adoptados.
¡¡¡GRACIAS A TODOS POR VUESTRO APOYO, ÁNIMO Y AYUDA!!!
Muchas gracias a Miguel, por su empeño, tesón y cabezonería, porque bajo su dirección, éste sueño se hizo realidad.
Y muchas gracias también a Luis, por su confianza, constancia y cariño, sin él tampoco hubiera sido posible la creación de esta manada.
Y quedo yo, la tercera en discordia. Me limité a querer y a mimar a todos los miembros de la manada (tanto de dos como de cuatro patas) y a seguir, a veces sin compartirlo, las órdenes del jefe. Lo hice lo mejor que supe, pero creo que lo que dió resultado fué el cariño y la comprensión.
Conseguir crear "la manada de Miguel" fué un sueño para nosotros, pero queda demostrado que se puede hacer. Sólo hace falta paciencia, cariño (mucho, eso sí) y confianza. Y por último: ¡¡¡GRACIAS A TODOS LOS PELUDOS DE LA MANADA POR SER COMO SOIS, LO MEJOR!!!
Toñi. "